"... melhor jogador que ja vi jogar."
Pelé, jogador brasileiro dado como mediano mas de boa percepção comentarística
"...dribles desconcertantes."
Fangio, cinco vezes campeão de f1
"... mi parece un muy buenos juegador, mira?"
Diego Maradona, em fase sóbria
"Santo chapéu, Batman!"
Robin, sobre o chapéu zidane aplicou em kaka na semi de 2006
sábado, 22 de março de 2008
quarta-feira, 19 de março de 2008
Elecciones paraguayas, con peso en Argentina y Brasil
En Paraguay, todos los candidatos a presidente intentan renegociar el Tratado de Itaipú, lo que impactará sobre el panorama energético de la región.
Por: Roberto Teixeira Da Costa
Fuente: ECONOMISTA, SOCIO FUNDADOR DE PROSPECTIVA CONSULTORIA BRASILEIRA DE ASSUNTOS INTERNACIONAIS
Parece improcedente hablar de las elecciones presidenciales en Paraguay, ya que todas las miradas están enfocadas hacia los Estados Unidos. Sin embargo, en Brasil y Argentina, las elecciones que se celebrarán en Paraguay en abril tendrán gran impacto.
Empecemos por recordar que una buena parte de la energía brasileña se obtiene a través de la represa hidroeléctrica de Itaipú, que pertenece en partes iguales a Brasil y Paraguay y que destina 90% de su generación a Brasil, lo cual representa el 20% del total de la energía consumida allí. Los candidatos presidenciales en Paraguay han incluido en sus plataformas la renegociación del Tratado de Itaipú, considerándose perjudicados por un contrato que hoy no atendería sus necesidades y objetando sus costos.
El ex obispo Fernando Lugo, quien se perfila como favorito en las elecciones, contempla particularmente en su plataforma la revisión de este contrato, que entiende como fundamental para la soberanía de Paraguay.
Conviene recordar que en Paraguay viven más de 400 mil brasileños —los llamados "brasiguaios"— y que algunos de ellos también son propietarios de las numerosas haciendas locales dedicadas a la soja y el ganado. Por otro lado, existe un comercio dinámico en la frontera; más de 10 mil jóvenes brasileños del área de Foz de Iguazú cruzan diariamente el Puente de la Amistad para trabajar, sin documentación o registro, en Paraguay.
Existen otros dos candidatos con posibilidades de ser elegidos el 20 de abril. La candidata Blanca Ovelar consiguió la nominación del Partido Colorado con el apoyo del actual presidente Nicanor Duarte. A pesar de tener un perfil más moderado, también ubica a Itaipú como la prioridad en su política gubernamental.
El otro candidato con oportunidades es el general Lino César Oviedo. Este anterior colorado estuvo en prisión por un intento de golpe de Estado y luego fue liberado, según se comenta, para postularse a la presidencia y estratégicamente disputar votos a Lugo. Compite también el empresario Pedro Fadul, quien abandonó el mundo empresarial para dedicarse a la política.
La encuesta publicada el 27 de febrero por el periódico "Ultima Hora" de Asunción muestra lo siguiente: Fernando Lugo reúne el 37,9% de las intenciones de voto; Lino Oviedo el 29,7%; Blanca Ovelar el 26,9% y Pedro Fadul el 2,4%. El 3,1% restante sostiene que votará en blanco. Las elecciones se disputan en una sola vuelta y triunfa quien obtiene la mayoría simple.
A lo largo de los años y de mi actuación en el Consejo de Empresarios de América latina, he buscado un acercamiento con nuestros vecinos, con el afán de colaborar con sus reivindicaciones de lo que perciben como un tratamiento desigual en el Mercosur. Tienen cierta razón, porque no siempre les hemos dedicado la atención debida.
Según entiendo, los reclamos de los paraguayos también se aplican a los argentinos. Bajo cualquier ángulo, nuestra política orientada a fortalecer los lazos con los países de América del Sur sufrirá un duro golpe si se concreta la elección de un mandatario que se oponga a nuestras relaciones, que propicie conflictos para nuestra diplomacia y atormente a los empresarios que invirtieron en Paraguay.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/19/opinion/o-02915.htm
Por: Roberto Teixeira Da Costa
Fuente: ECONOMISTA, SOCIO FUNDADOR DE PROSPECTIVA CONSULTORIA BRASILEIRA DE ASSUNTOS INTERNACIONAIS
Parece improcedente hablar de las elecciones presidenciales en Paraguay, ya que todas las miradas están enfocadas hacia los Estados Unidos. Sin embargo, en Brasil y Argentina, las elecciones que se celebrarán en Paraguay en abril tendrán gran impacto.
Empecemos por recordar que una buena parte de la energía brasileña se obtiene a través de la represa hidroeléctrica de Itaipú, que pertenece en partes iguales a Brasil y Paraguay y que destina 90% de su generación a Brasil, lo cual representa el 20% del total de la energía consumida allí. Los candidatos presidenciales en Paraguay han incluido en sus plataformas la renegociación del Tratado de Itaipú, considerándose perjudicados por un contrato que hoy no atendería sus necesidades y objetando sus costos.
El ex obispo Fernando Lugo, quien se perfila como favorito en las elecciones, contempla particularmente en su plataforma la revisión de este contrato, que entiende como fundamental para la soberanía de Paraguay.
Conviene recordar que en Paraguay viven más de 400 mil brasileños —los llamados "brasiguaios"— y que algunos de ellos también son propietarios de las numerosas haciendas locales dedicadas a la soja y el ganado. Por otro lado, existe un comercio dinámico en la frontera; más de 10 mil jóvenes brasileños del área de Foz de Iguazú cruzan diariamente el Puente de la Amistad para trabajar, sin documentación o registro, en Paraguay.
Existen otros dos candidatos con posibilidades de ser elegidos el 20 de abril. La candidata Blanca Ovelar consiguió la nominación del Partido Colorado con el apoyo del actual presidente Nicanor Duarte. A pesar de tener un perfil más moderado, también ubica a Itaipú como la prioridad en su política gubernamental.
El otro candidato con oportunidades es el general Lino César Oviedo. Este anterior colorado estuvo en prisión por un intento de golpe de Estado y luego fue liberado, según se comenta, para postularse a la presidencia y estratégicamente disputar votos a Lugo. Compite también el empresario Pedro Fadul, quien abandonó el mundo empresarial para dedicarse a la política.
La encuesta publicada el 27 de febrero por el periódico "Ultima Hora" de Asunción muestra lo siguiente: Fernando Lugo reúne el 37,9% de las intenciones de voto; Lino Oviedo el 29,7%; Blanca Ovelar el 26,9% y Pedro Fadul el 2,4%. El 3,1% restante sostiene que votará en blanco. Las elecciones se disputan en una sola vuelta y triunfa quien obtiene la mayoría simple.
A lo largo de los años y de mi actuación en el Consejo de Empresarios de América latina, he buscado un acercamiento con nuestros vecinos, con el afán de colaborar con sus reivindicaciones de lo que perciben como un tratamiento desigual en el Mercosur. Tienen cierta razón, porque no siempre les hemos dedicado la atención debida.
Según entiendo, los reclamos de los paraguayos también se aplican a los argentinos. Bajo cualquier ángulo, nuestra política orientada a fortalecer los lazos con los países de América del Sur sufrirá un duro golpe si se concreta la elección de un mandatario que se oponga a nuestras relaciones, que propicie conflictos para nuestra diplomacia y atormente a los empresarios que invirtieron en Paraguay.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/19/opinion/o-02915.htm
Desacuerdo entre el gobierno de Lula y la canciller de los EE.UU.
El paso de Condolezza Rice por Brasil, donde permaneció hasta ayer por la mañana, puso en evidencia cuánto divergen el gobierno de Lula da Silva y el de George W. Bush respecto de América del Sur. La secretaria de Estado llegó a Brasilia para conseguir un respaldo a la posición de Estados Unidos en el reciente conflicto diplomático: defendió la tesis preventiva usada por Colombia frente a Ecuador en relación al combate al terrorismo, al convalidar que esa lucha "va más allá de las fronteras". También reiteró su "preocupación" por Venezuela. Pero en su entrevista con Lula, en el Palacio del Planalto, se fue con las manos vacías. Obtuvo un "no".
El jefe de Estado brasileño planteó que las crisis diplomáticas sudamericanas deben ser resueltas en la región e indicó que él está empeñado en crear un foro o un Consejo de Defensa permanente para resolver esos diferendos. Señaló incluso que para Brasil ese ámbito local será más eficiente que la Organización de Estados Americanos; exactamente lo contrario de lo que opina el gobierno de Bush.
Rice, que pasó la noche del jueves más relajada en Salvador (capital de Bahía) adonde llegó a bailar con Gilberto Gil, explicó al canciller Celso Amorim las pretensiones del gobierno norteamericano. Brasil, le dijo, debería empujar un sistema de seguridad regional que cuide de todas las fronteras, pero con la participación de Estados Unidos. Eso era exactamente lo que ni Amorim ni Lula deseaban escuchar. Pese a las "óptimas" relaciones que ambos países declaran tener, y la manifiesta amigabilidad entre ellos, el canciller brasileño no dejó de remarcar que existen diferencias y que su país no tiene inconvenientes en "dejarlas en claro".
Amorim volvió a subrayar ante la secretaria de Estado que Brasil no va a clasificar a las FARC como organización terrorista. Esa decisión se basa en las "orientaciones" de las Naciones Unidas, que no incluyen a la fuerza guerrillera colombiana bajo esa definición.
La presión estadounidense sobre el gobierno brasileño se entiende a la luz de la próxima reunión de cancilleres de la OEA en Washington, el próximo lunes. En esa cita se presentará el informe final de la organización sobre el ataque de Colombia a Ecuador. No deja de ser llamativo, sin embargo, cierto grado de "sordera" estadounidense frente a las posturas brasileñas. Sobre todo, en relación al pedido de adhesión a la tesis preventiva en el combate al terrorismo. En Brasilia, Condoleezza insistió: "Los gobiernos tienen la obligación de asegurar que se haga todo lo posible para evitar que los terroristas usen su territorio. Ese problema ya fue puesto sobre la mesa en la ONU". Volvió a relativizar el papel de las fronteras al considerar que si bien "son importantes, éstas no pueden ser usadas como escondrijo para terroristas que luego matan civiles inocentes".
En una conferencia de prensa, ofrecida al lado del ministro Amorim en la tarde del jueves, Rice reforzó el papel de la OEA, donde Washington tiene voz y voto, como el mecanismo mediador ideal. Fue entonces que dejó entrever que Estados Unidos irá a plantear en ese foro la necesidad de "examinar cómo se puede garantizar la seguridad en todas las fronteras. Y Estados Unidas van a ser socios de esa iniciativa".
En paralelo a esta divergencia, la secretaria de Estado no dio la conformidad estadounidense a una eventual participación de Brasil en un Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos que eventualmente pueda ser reformado. Respaldó la idea de la reformulación de ese organismo de 5 países con poder de veto, pero señaló que hasta ahora Estados Unidos sólo dio su aval para la entrada de Japón. Todo terminó con una declaración de Rice sobre el papel de "liderazgo" regional de Brasil y el dijo que Estados Unidos continúa "abierto" a la discusión.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/15/elmundo/i-04301.htm
El jefe de Estado brasileño planteó que las crisis diplomáticas sudamericanas deben ser resueltas en la región e indicó que él está empeñado en crear un foro o un Consejo de Defensa permanente para resolver esos diferendos. Señaló incluso que para Brasil ese ámbito local será más eficiente que la Organización de Estados Americanos; exactamente lo contrario de lo que opina el gobierno de Bush.
Rice, que pasó la noche del jueves más relajada en Salvador (capital de Bahía) adonde llegó a bailar con Gilberto Gil, explicó al canciller Celso Amorim las pretensiones del gobierno norteamericano. Brasil, le dijo, debería empujar un sistema de seguridad regional que cuide de todas las fronteras, pero con la participación de Estados Unidos. Eso era exactamente lo que ni Amorim ni Lula deseaban escuchar. Pese a las "óptimas" relaciones que ambos países declaran tener, y la manifiesta amigabilidad entre ellos, el canciller brasileño no dejó de remarcar que existen diferencias y que su país no tiene inconvenientes en "dejarlas en claro".
Amorim volvió a subrayar ante la secretaria de Estado que Brasil no va a clasificar a las FARC como organización terrorista. Esa decisión se basa en las "orientaciones" de las Naciones Unidas, que no incluyen a la fuerza guerrillera colombiana bajo esa definición.
La presión estadounidense sobre el gobierno brasileño se entiende a la luz de la próxima reunión de cancilleres de la OEA en Washington, el próximo lunes. En esa cita se presentará el informe final de la organización sobre el ataque de Colombia a Ecuador. No deja de ser llamativo, sin embargo, cierto grado de "sordera" estadounidense frente a las posturas brasileñas. Sobre todo, en relación al pedido de adhesión a la tesis preventiva en el combate al terrorismo. En Brasilia, Condoleezza insistió: "Los gobiernos tienen la obligación de asegurar que se haga todo lo posible para evitar que los terroristas usen su territorio. Ese problema ya fue puesto sobre la mesa en la ONU". Volvió a relativizar el papel de las fronteras al considerar que si bien "son importantes, éstas no pueden ser usadas como escondrijo para terroristas que luego matan civiles inocentes".
En una conferencia de prensa, ofrecida al lado del ministro Amorim en la tarde del jueves, Rice reforzó el papel de la OEA, donde Washington tiene voz y voto, como el mecanismo mediador ideal. Fue entonces que dejó entrever que Estados Unidos irá a plantear en ese foro la necesidad de "examinar cómo se puede garantizar la seguridad en todas las fronteras. Y Estados Unidas van a ser socios de esa iniciativa".
En paralelo a esta divergencia, la secretaria de Estado no dio la conformidad estadounidense a una eventual participación de Brasil en un Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos que eventualmente pueda ser reformado. Respaldó la idea de la reformulación de ese organismo de 5 países con poder de veto, pero señaló que hasta ahora Estados Unidos sólo dio su aval para la entrada de Japón. Todo terminó con una declaración de Rice sobre el papel de "liderazgo" regional de Brasil y el dijo que Estados Unidos continúa "abierto" a la discusión.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/15/elmundo/i-04301.htm
Tras fuerte debate, la OEA rechazó el ataque colombiano en Ecuador
Pese a la oposición de EE.UU., los cancilleres de los países de la OEA adoptaron una resolución ayer a la madrugada que "rechaza la incursión de fuerzas militares y efectivos de la Policía de Colombia en territorio de Ecuador y reitera la plena vigencia del principio de soberanía territorial".
El 1ø de este mes, tropas colombianas ingresaron en Ecuador para atacar un campamento de las FARC, operación en la que mataron al segundo jefe de la organización guerrillera, conocido como "Raúl Reyes", y a otras 25 personas. La tensión regional escaló y se postergó hasta ayer el debate en la OEA de una resolución sobre el conflicto.
En un claro reconocimiento de su fracaso, EE.UU. pidió ayer que se agregara una nota al pie de la primera página de la resolución para expresar su disenso. "Apoyamos los esfuerzos de esta resolución para crear un consenso entre Colombia y Ecuador con el fin de hacer frente a esta crisis", dice la nota, pero agrega que EE.UU. no está preparado para aceptar la conclusión contenida en el párrafo 4 (es decir el rechazo del ataque colombiano) dado que no tiene la disposiciones de la Carta de la OEA y de las Naciones Unidas, "en lo que se refiere al derecho de autodefensa".
Horas antes, el número dos del Departamento de Estado, John Negroponte, había justificado el ataque colombiano porque Estados Unidos considera que en la guerra contra el terrorismo un país tiene el derecho a la autodefensa, incluso en el territorio de otro Estado, en nombre de la seguridad de sus ciudadanos.
Pese a que Ecuador y Colombia ya habían llegado a un acuerdo en la cumbre del Grupo de Río de Santo Domingo, días después, las negociaciones en la OEA duraron 15 horas fundamentalmente porque el gobierno de George Bush y el gobierno de Alvaro Uribe comparten esa visión. Son los únicos en toda la región. Sin embargo, por momento la discusión fue tan fuerte que más de un canciller quiso dar por terminada la reunión adoptando una resolución que dejase todo en manos del Consejo Ejecutivo de la OEA.
Alrededor de las 17, cuando estaban por llegar a un acuerdo, el canciller colombiano pronunció un discurso tan incendiario en defensa del ataque en Ecuador, que muchos pensaron que la reunión había fracasado. A esa altura ya habían intentado todo: reuniones bilaterales, trilaterales y de conjunto. Habían discutido cuatro resoluciones. La mayoría de los cancilleres se negaba a adoptar una resolución que fuese menos que la declaración presidencial del Grupo de Río. Pero no había consenso.
Los cancilleres eran conscientes de que el fracaso de la reunión beneficiaría a Colombia y a EE.UU. Y los grandes perdedores serían Ecuador y la OEA.
Hasta ese momento, el secretario general, José Miguel Insulza, había estado "blando", proponiendo resoluciones superficiales. Pero cuando se dio cuenta de que eso podría transformarse en su fracaso empezó a empujar para un acuerdo sustantivo. "Si no aceptamos el principio de la soberanía territorial y el de no intervención se vendrá abajo todo el sistema interamericano", dijo. Al final, Colombia y EE.UU. cedieron. La resolución no sólo incluye las disculpas de Colombia sino también la promesa de que no volverá a suceder. Menciona paralelamente el compromiso de todos los países de combatir a "grupos irregulares u organizaciones criminales", en particular aquellos ligados al narcotráfico.
Terminada la reunión, las dos partes reivindicaron una victoria. "Es un éxito completo para Colombia", afirmó el canciller Fernando Araújo. "Es un triunfo para Ecuador", aseguró su colega ecuatoriana, María Isabel Salvador.
Durante toda la reunión, Venezuela se mantuvo muy calma. Sin embargo, cuando quedó en claro el rechazo generalizado a la posición estadounidense pasó al ofensiva. "Quedó claro que el gobierno de Estados Unidos estuvo entorpeciendo".
Pese a que la resolución puede ser considerada un triunfo para Latinoamérica, que logró adoptarla sin la aprobación de EE.UU., también es cierto que es difícil pronosticar cuánto de lo firmado se cumplirá.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/19/elmundo/i-02201.htm
El 1ø de este mes, tropas colombianas ingresaron en Ecuador para atacar un campamento de las FARC, operación en la que mataron al segundo jefe de la organización guerrillera, conocido como "Raúl Reyes", y a otras 25 personas. La tensión regional escaló y se postergó hasta ayer el debate en la OEA de una resolución sobre el conflicto.
En un claro reconocimiento de su fracaso, EE.UU. pidió ayer que se agregara una nota al pie de la primera página de la resolución para expresar su disenso. "Apoyamos los esfuerzos de esta resolución para crear un consenso entre Colombia y Ecuador con el fin de hacer frente a esta crisis", dice la nota, pero agrega que EE.UU. no está preparado para aceptar la conclusión contenida en el párrafo 4 (es decir el rechazo del ataque colombiano) dado que no tiene la disposiciones de la Carta de la OEA y de las Naciones Unidas, "en lo que se refiere al derecho de autodefensa".
Horas antes, el número dos del Departamento de Estado, John Negroponte, había justificado el ataque colombiano porque Estados Unidos considera que en la guerra contra el terrorismo un país tiene el derecho a la autodefensa, incluso en el territorio de otro Estado, en nombre de la seguridad de sus ciudadanos.
Pese a que Ecuador y Colombia ya habían llegado a un acuerdo en la cumbre del Grupo de Río de Santo Domingo, días después, las negociaciones en la OEA duraron 15 horas fundamentalmente porque el gobierno de George Bush y el gobierno de Alvaro Uribe comparten esa visión. Son los únicos en toda la región. Sin embargo, por momento la discusión fue tan fuerte que más de un canciller quiso dar por terminada la reunión adoptando una resolución que dejase todo en manos del Consejo Ejecutivo de la OEA.
Alrededor de las 17, cuando estaban por llegar a un acuerdo, el canciller colombiano pronunció un discurso tan incendiario en defensa del ataque en Ecuador, que muchos pensaron que la reunión había fracasado. A esa altura ya habían intentado todo: reuniones bilaterales, trilaterales y de conjunto. Habían discutido cuatro resoluciones. La mayoría de los cancilleres se negaba a adoptar una resolución que fuese menos que la declaración presidencial del Grupo de Río. Pero no había consenso.
Los cancilleres eran conscientes de que el fracaso de la reunión beneficiaría a Colombia y a EE.UU. Y los grandes perdedores serían Ecuador y la OEA.
Hasta ese momento, el secretario general, José Miguel Insulza, había estado "blando", proponiendo resoluciones superficiales. Pero cuando se dio cuenta de que eso podría transformarse en su fracaso empezó a empujar para un acuerdo sustantivo. "Si no aceptamos el principio de la soberanía territorial y el de no intervención se vendrá abajo todo el sistema interamericano", dijo. Al final, Colombia y EE.UU. cedieron. La resolución no sólo incluye las disculpas de Colombia sino también la promesa de que no volverá a suceder. Menciona paralelamente el compromiso de todos los países de combatir a "grupos irregulares u organizaciones criminales", en particular aquellos ligados al narcotráfico.
Terminada la reunión, las dos partes reivindicaron una victoria. "Es un éxito completo para Colombia", afirmó el canciller Fernando Araújo. "Es un triunfo para Ecuador", aseguró su colega ecuatoriana, María Isabel Salvador.
Durante toda la reunión, Venezuela se mantuvo muy calma. Sin embargo, cuando quedó en claro el rechazo generalizado a la posición estadounidense pasó al ofensiva. "Quedó claro que el gobierno de Estados Unidos estuvo entorpeciendo".
Pese a que la resolución puede ser considerada un triunfo para Latinoamérica, que logró adoptarla sin la aprobación de EE.UU., también es cierto que es difícil pronosticar cuánto de lo firmado se cumplirá.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/19/elmundo/i-02201.htm
EE.UU. complica en la OEA un acuerdo de Colombia y Ecuador
La adopción, durante la reunión de cancilleres que tuvo lugar ayer en la OEA, de una resolución sobre el conflicto generado por el ataque de Colombia contra un campamento de las FARC en Ecuador, resultó mucho más trabajosa de lo previsto.
Pese a que en la reunión del Grupo de Río, de principios de marzo, Ecuador y Colombia ya habían logrado ponerse de acuerdo, la presencia de EE.UU. complicó ayer la negociación. El número dos del Departamento de Estado, John Negroponte, que asistió a la reunión en reemplazo de Condoleezza Rice,puso piedras en el camino al justificar rotundamente el ataque colombiano: "Creemos que actuaron de una manera justificable", dijo Negroponte a la prensa.
Varios cancilleres dijeron a Clarín que sería un despropósito adoptar una resolución que fuera menos de lo resuelto en Santo Domingo a nivel presidencial. Sin embargo, al mediodía apareció un proyecto de resolución que ni siquiera rechazaba la violación del territorio ecuatoriano.
"Si no incluimos el concepto de soberanía territorial en la resolución, desaparece el sistema interamericano", amenazó el secretario de la OEA, José Miguel Insulza, según indicaron fuentes diplomáticas.
"Toda modificación a lo acordado en el Grupo de Río es un logro de EE.UU.", explicó a Clarín un diplomático latinoamericano.
El canciller argentino, Jorge Taiana, confirmó lo adelantado por Clarín ayer. Lo que está en juego son dos visiones muy distintas del conflicto. Por un lado, Colombia y Estados Unidos consideran que las FARC son un grupo terrorista y que la guerra contra el terrorismo no tiene fronteras. Y por el otro, el resto de América latina considera que el principio de integridad territorial es inviolable y no califica a las FARC de terroristas. Argentina, como otros países, no se opone a discutir el tema del terrorismo, pero afirma que esa discusión tiene que tener lugar en otro marco.
Una alta fuente estadounidense negó que Rice hubiese propuesto en Chile y en Brasil la "flexibilización" de las fronteras.
"No se trata de una nueva manera de ver la soberanía territorial, se trata de una nueva manera de cooperación", dijo la fuente, y explicó que "actualmente hay actores no estatales como los terroristas, los narcotraficantes e incluso las catástrofes naturales que pasan de una frontera a la otra".
http://www.clarin.com/diario/2008/03/18/elmundo/i-02101.htm
Pese a que en la reunión del Grupo de Río, de principios de marzo, Ecuador y Colombia ya habían logrado ponerse de acuerdo, la presencia de EE.UU. complicó ayer la negociación. El número dos del Departamento de Estado, John Negroponte, que asistió a la reunión en reemplazo de Condoleezza Rice,puso piedras en el camino al justificar rotundamente el ataque colombiano: "Creemos que actuaron de una manera justificable", dijo Negroponte a la prensa.
Varios cancilleres dijeron a Clarín que sería un despropósito adoptar una resolución que fuera menos de lo resuelto en Santo Domingo a nivel presidencial. Sin embargo, al mediodía apareció un proyecto de resolución que ni siquiera rechazaba la violación del territorio ecuatoriano.
"Si no incluimos el concepto de soberanía territorial en la resolución, desaparece el sistema interamericano", amenazó el secretario de la OEA, José Miguel Insulza, según indicaron fuentes diplomáticas.
"Toda modificación a lo acordado en el Grupo de Río es un logro de EE.UU.", explicó a Clarín un diplomático latinoamericano.
El canciller argentino, Jorge Taiana, confirmó lo adelantado por Clarín ayer. Lo que está en juego son dos visiones muy distintas del conflicto. Por un lado, Colombia y Estados Unidos consideran que las FARC son un grupo terrorista y que la guerra contra el terrorismo no tiene fronteras. Y por el otro, el resto de América latina considera que el principio de integridad territorial es inviolable y no califica a las FARC de terroristas. Argentina, como otros países, no se opone a discutir el tema del terrorismo, pero afirma que esa discusión tiene que tener lugar en otro marco.
Una alta fuente estadounidense negó que Rice hubiese propuesto en Chile y en Brasil la "flexibilización" de las fronteras.
"No se trata de una nueva manera de ver la soberanía territorial, se trata de una nueva manera de cooperación", dijo la fuente, y explicó que "actualmente hay actores no estatales como los terroristas, los narcotraficantes e incluso las catástrofes naturales que pasan de una frontera a la otra".
http://www.clarin.com/diario/2008/03/18/elmundo/i-02101.htm
Un foro donde Washington promueve sus intereses
Pocos meses antes de pasar a desempeñarse como secretario de Asuntos Políticos en la gestión de José Miguel Insulza como secretario general de la Organización de Estados Americanos, el ex canciller argentino Dante Caputo definió al organismo regional como "un hospital equipado con los elementos más modernos y eficientes para manejar cualquier tipo de crisis de salud pero al que ningún paciente quiere concurrir". Fue una buena metáfora de un foro internacional en el que América latina no puede gestionar sus problemas porque la presencia en el mismo de EE.UU. ha tenido en toda su historia una presencia distorsiva. Aunque su prehistoria se extiende hasta el siglo XX, la OEA -articulada a partir de 1948- es una criatura de la Guerra Fría que Washington sigue considerando como tal, esto es una herramienta para promover sus intereses en la región. No hay multilateralismo en la OEA, ya que 33 países miembros lidian uno a uno con el contrincante más grande y EE.UU. sólo modifica esta posición cuando necesita calmar algún viso de rebeldía regional. Desde el final de la Guerra Fría, en los 90, la OEA se ha sumido en una creciente e inevitable irrelevancia.
La presente reunión de consulta de cancilleres que se celebra en Washington para considerar el reciente conflicto fronterizo que involucró a Colombia, Ecuador y Venezuela aparece como un claro intento de la administración Insulza por devolverle al foro protagonismo político y ofrecer una muestra de que es un lugar apto para llevar las cuestiones de seguridad americana. Puede ser, pero ya hay indicios de que Washington está menos interesado en el problema que afectó a los tres países que en emplear la oportunidad para introducir en América latina algunos de los principios que George W. Bush ha llevado al resto del planeta bajo la excusa de su "guerra contra el terrorismo".
Su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, estuvo abogando por una "flexibilización" de la soberanía territorial de los Estados de la región cuando de combatir al terrorismo se trata. El derecho a la inviolabilidad de esa soberanía está firmemente consagrado en el artículo 21 de la Carta de la OEA y ha sido invariablemente sostenido en la región, aun cuando Washington hizo befa del principio con sus intervenciones. Parte de esta búsqueda será, sin duda, la defensa estadounidense del gobierno de Alvaro Uribe, responsable de una incursión militar que violó territorio de Ecuador. Hay mucho más en juego para América latina que las desavenencias ocasionales de tres de sus miembros; una grave hipoteca sobre su futuro es una posibilidad. Algunas versiones hablan del interés de países como Brasil y la Argentina por integrar un nuevo foro de seguridad regional excluyendo a EE.UU. Si la OEA no sortea los riesgos potenciales de esta reunión de consulta es muy probable que profundice su rol de moderno hospital sin pacientes.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/18/elmundo/i-02103.htm
La presente reunión de consulta de cancilleres que se celebra en Washington para considerar el reciente conflicto fronterizo que involucró a Colombia, Ecuador y Venezuela aparece como un claro intento de la administración Insulza por devolverle al foro protagonismo político y ofrecer una muestra de que es un lugar apto para llevar las cuestiones de seguridad americana. Puede ser, pero ya hay indicios de que Washington está menos interesado en el problema que afectó a los tres países que en emplear la oportunidad para introducir en América latina algunos de los principios que George W. Bush ha llevado al resto del planeta bajo la excusa de su "guerra contra el terrorismo".
Su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, estuvo abogando por una "flexibilización" de la soberanía territorial de los Estados de la región cuando de combatir al terrorismo se trata. El derecho a la inviolabilidad de esa soberanía está firmemente consagrado en el artículo 21 de la Carta de la OEA y ha sido invariablemente sostenido en la región, aun cuando Washington hizo befa del principio con sus intervenciones. Parte de esta búsqueda será, sin duda, la defensa estadounidense del gobierno de Alvaro Uribe, responsable de una incursión militar que violó territorio de Ecuador. Hay mucho más en juego para América latina que las desavenencias ocasionales de tres de sus miembros; una grave hipoteca sobre su futuro es una posibilidad. Algunas versiones hablan del interés de países como Brasil y la Argentina por integrar un nuevo foro de seguridad regional excluyendo a EE.UU. Si la OEA no sortea los riesgos potenciales de esta reunión de consulta es muy probable que profundice su rol de moderno hospital sin pacientes.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/18/elmundo/i-02103.htm
La reunión de la OEA, una cumbre que puede ser clave
Por: Ana Baron
Fuente: WASHINGTON CORRESPONSAL
El objetivo oficial de la reunión de cancilleres que tiene lugar hoy en la sede de la OEA en Washington es la adopción de una resolución sobre el conflicto generado por el ataque colombiano en el territorio ecuatoriano. Ecuador busca que se condene la violación de su soberanía territorial, mientras Colombia se opone enérgicamente a cualquier tipo de condena.
Detrás de este desacuerdo hay, sin embargo, una discusión más profunda, que según una fuente, "podría definir la relaciones hemisféricas por muchos años". Colombia, alineada con la concepción militarista de la relaciones exteriores que impera en Washington, considera que "la seguridad ciudadana" es más importante que la soberanía territorial.
Justifica así, los ataques preventivos y unilaterales como el que hizo en Ecuador o los realizados por Estados Unidos en Irak. Tanto el gobierno colombiano como el estadounidense consideran que las FARC son una organización terrorista. En la vereda de enfrente, están Argentina, Brasil, Chile y casi todo el resto de la región, que se opone a calificar a las FARC de terroristas y que recurren al artículo 21 de la Carta de la OEA para señalar que el territorio de un Estado "es inviolable".
Durante la visita que hizo a Brasil y a Chile la secretaria de Estado Condoleezza Rice propuso la "flexibilización de las fronteras" para poder combatir a grupos "terroristas" como las FARC en las zonas más porosas de las fronteras. La respuesta fue un rotundo "no".
Brasil está impulsando, con el acuerdo de Argentina, la creación de un Consejo de defensa permanente interamericano que no incluya a EE.UU. para que conflictos como el de Ecuador y de Colombia sean resueltos en la región sin la intervención de Washington.
Esto es justamente lo que la Casa Blanca quiere evitar. En la cumbre de Santo Domingo, Cristina Kirchner dijo que "si nosotros admitimos la doctrina de unilateralidad, estaremos perdiendo un patrimonio de la política exterior latinoamericana que es exhibida como un logro en todos los foros internacionales. No puede ser tomada ninguna decisión por parte de nosotros en ejercicio manu militari sin la consulta al otro país. Esto es clave para poder seguir siendo quiénes somos, una región libre de una doctrina que ha provocado grave conflictividad en el planeta".
Durante las discusiones que tuvieron lugar este fin de semana, el embajador argentino ante la OEA, Rodolfo Gil, y su colega brasileño, Osmar Chohfi, ambos integrantes de la comisión que viajó con Insulza a Ecuador y a Colombia, coordinaron sus posiciones en bases a esos principios.
El discurso que pronunciará el canciller Jorge Taiana hoy también seguirá esos lineamientos. El informe de la Comisión recomienda, entre otras cosas, el restablecimiento de la relaciones diplomáticas entre ambos países; la creación de un grupo multinacional de observadores para el seguimiento y verificación de los acuerdos asumidos por los dos países y el fortalecimiento de los mecanismos de cooperación y diálogo fronterizo, así como el estudio de un eventual mecanismo bilateral de alerta temprana.
Curiosamente Venezuela, que es siempre el país mas beligerante en este tipo de situaciones, ha adoptado un perfil muy bajo. Una fuente dijo a Clarín que el viaje de Cristina a Venezuela fue importante, pero también hubo llamados de Brasil.
Frente a los dos proyectos de resolución que se discutirán hoy, en el marco de las recomendaciones de la comisión, Venezuela propuso que se adopte la resolución de la cumbre de Río, algo que evitaría un debate sin fin. Chávez también aceptó reunirse con Uribe en Cartagena, en Colombia, durante la reunión de UNAMAR.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/17/elmundo/i-02004.htm
Fuente: WASHINGTON CORRESPONSAL
El objetivo oficial de la reunión de cancilleres que tiene lugar hoy en la sede de la OEA en Washington es la adopción de una resolución sobre el conflicto generado por el ataque colombiano en el territorio ecuatoriano. Ecuador busca que se condene la violación de su soberanía territorial, mientras Colombia se opone enérgicamente a cualquier tipo de condena.
Detrás de este desacuerdo hay, sin embargo, una discusión más profunda, que según una fuente, "podría definir la relaciones hemisféricas por muchos años". Colombia, alineada con la concepción militarista de la relaciones exteriores que impera en Washington, considera que "la seguridad ciudadana" es más importante que la soberanía territorial.
Justifica así, los ataques preventivos y unilaterales como el que hizo en Ecuador o los realizados por Estados Unidos en Irak. Tanto el gobierno colombiano como el estadounidense consideran que las FARC son una organización terrorista. En la vereda de enfrente, están Argentina, Brasil, Chile y casi todo el resto de la región, que se opone a calificar a las FARC de terroristas y que recurren al artículo 21 de la Carta de la OEA para señalar que el territorio de un Estado "es inviolable".
Durante la visita que hizo a Brasil y a Chile la secretaria de Estado Condoleezza Rice propuso la "flexibilización de las fronteras" para poder combatir a grupos "terroristas" como las FARC en las zonas más porosas de las fronteras. La respuesta fue un rotundo "no".
Brasil está impulsando, con el acuerdo de Argentina, la creación de un Consejo de defensa permanente interamericano que no incluya a EE.UU. para que conflictos como el de Ecuador y de Colombia sean resueltos en la región sin la intervención de Washington.
Esto es justamente lo que la Casa Blanca quiere evitar. En la cumbre de Santo Domingo, Cristina Kirchner dijo que "si nosotros admitimos la doctrina de unilateralidad, estaremos perdiendo un patrimonio de la política exterior latinoamericana que es exhibida como un logro en todos los foros internacionales. No puede ser tomada ninguna decisión por parte de nosotros en ejercicio manu militari sin la consulta al otro país. Esto es clave para poder seguir siendo quiénes somos, una región libre de una doctrina que ha provocado grave conflictividad en el planeta".
Durante las discusiones que tuvieron lugar este fin de semana, el embajador argentino ante la OEA, Rodolfo Gil, y su colega brasileño, Osmar Chohfi, ambos integrantes de la comisión que viajó con Insulza a Ecuador y a Colombia, coordinaron sus posiciones en bases a esos principios.
El discurso que pronunciará el canciller Jorge Taiana hoy también seguirá esos lineamientos. El informe de la Comisión recomienda, entre otras cosas, el restablecimiento de la relaciones diplomáticas entre ambos países; la creación de un grupo multinacional de observadores para el seguimiento y verificación de los acuerdos asumidos por los dos países y el fortalecimiento de los mecanismos de cooperación y diálogo fronterizo, así como el estudio de un eventual mecanismo bilateral de alerta temprana.
Curiosamente Venezuela, que es siempre el país mas beligerante en este tipo de situaciones, ha adoptado un perfil muy bajo. Una fuente dijo a Clarín que el viaje de Cristina a Venezuela fue importante, pero también hubo llamados de Brasil.
Frente a los dos proyectos de resolución que se discutirán hoy, en el marco de las recomendaciones de la comisión, Venezuela propuso que se adopte la resolución de la cumbre de Río, algo que evitaría un debate sin fin. Chávez también aceptó reunirse con Uribe en Cartagena, en Colombia, durante la reunión de UNAMAR.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/17/elmundo/i-02004.htm
La agenda de seguridad regional, cada vez más densa
La tarea de la OEA redujo la tensión que había originado la acción de Colombia sobre Ecuador, pero no elimina de ninguna manera las amenazas que padece Sudamérica.
Por: Mónica Hirst
Fuente: PROFESORA DE POLITICA INTERNACIONAL, UNIVERSIDAD DI TELLA
La crisis generada a partir del ataque colombiano al campamento de las FARC, violando la soberanía territorial de Ecuador, otorga una nueva densidad a la agenda de seguridad sudamericana.
La reducción de la tensión lograda en el ámbito de la OEA alivia el clima político, pero no reduce el número de desafíos que deben ser enfrentados. Entre el gran número de aspectos —todos interconectados— que hay sobre la mesa, cuatro cuestiones merecen ser destacadas.
La primera se refiere a la utilización sin precedentes del método de acción justificado por la política estratégica de Estados Unidos, de acuerdo con el cual fines y medios no se diferencian en nombre de la prevención. Colombia es responsable por su introducción en la región, que por fortuna y virtud está excluida de las zonas en el mundo minadas por el terrorismo internacional.
Vale subrayar que este acto tiene una coherencia. Se trata de una consecuencia lógica de la simbiosis estratégica establecida entre Bogotá y Washington, inaugurada con el Plan Colombia y consagrada con la identificación de la narcoguerrilla colombiana como un blanco de la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo.
La decisión que deben tomar los demás países latinoamericanos —y especialmente los de Sudamérica— es de qué forma rechazar la instalación de este método en nuestra región. La vociferada reafirmación del principio de no-intervención puede ser acompañada de dos alternativas. Por un lado, por una reacción defensiva que conduzca al encapsulamiento de la nación colombiana y de sus opciones militar-estratégicas. Por otro lado, por un esfuerzo efectivo de regionalización que implique la coordinación de políticas y la neutralización del efecto derrame de la securitización practicada por el gobierno de Uribe.
El segundo tema que inspira preocupación —y que, de cierta forma, es la contracara del anterior— es el entrecruzamiento que rápidamente se observó entre las tensiones Ecuador-Colombia y la confrontación retórica Caracas-Washington. La integridad territorial y las disputas ideológicas pertenecen a universos distintos, más aún a partir del fin de la Guerra Fría. La intromisión venezolana en el incidente se tornó un factor de escalada con riesgos para toda la región.
También en este caso la contaminación debe ser evitada con esfuerzos contundentes, especialmente por los países para los cuales los lazos con Estados Unidos representan un espacio de negociaciones e intereses concretos que requieren ser conducidos con dosis máximos de pragmatismo y mínimos de pasión.
Una postura equilibrada se torna aún más necesaria cuando se aborda la tercera cuestión: la posición a ser adoptada frente a las fuerzas insurgentes colombianas. Negarse a identificar a las mismas como una expresión de terrorismo internacional no es equivalente a reconocerlas como actores beligerantes que deben ser integrados a un proceso de pacificación. Este asunto adquirió especial visibilidad desde diciembre del año pasado, a partir de la instrumentación política por parte de las FARC y del gobierno venezolano de las iniciativas de intercambio humanitario.
Para el conjunto de países sudamericanos cuyos procesos democráticos fueron recuperados a partir del rechazo al terror, los métodos de acción política deben estar basados en el más absoluto respeto a la integridad humana. Un proceso de negociación de paz —que para algunos significaría una reedición de la experiencia de Contadora— debería implicar una renuncia previa a todo tipo de práctica que ponga en riesgo este compromiso.
El cuarto punto de este complejo rompecabezas es el vínculo de las fuerzas insurgentes colombianas con el delito organizado. Esto es precisamente el mayor obstáculo contra el cual se enfrenta un proyecto de pacificación. Los contenidos de los procesos de paz y conflicto en América latina han sufrido profundas transformaciones en años recientes.
La dimensión de la seguridad pública en la agenda regional, con impacto sobre las políticas externas y de defensa, pone en evidencia que los tiempos de Contadora ya no volverán. Con el fin de la Guerra Fría, la insurgencia fue transfigurada y el Estado de Derecho se tornó en el único territorio legítimo para promover el cambio social. Esta constatación implica especial responsabilidad de los países de la región que disponen de sistemas democráticos con instituciones capaces de diferenciar entre los métodos e instrumentos que garantizan la seguridad pública de aquellos que protegen de las amenazas externas.
Al mismo tiempo que el contenido de la agenda se modificó, también se alteró la composición de los actores. La diplomacia representa apenas una de tantas dimensiones presentes en este escenario, que además carece de un locus institucional adecuado. Actualmente, un proceso de negociación regional que involucra la violación de la integridad territorial, movimientos transfronterizos de fuerzas insurgentes, rivalidades interestatales y negociaciones bi, tri y multilaterales comprende coordinar intereses, percepciones y presiones de un vasto abanico de actores entre los cuales se destacan mandatarios, ministros de Relaciones Exteriores, Defensa e Interior, partidos políticos, organizaciones sociales y sectores intelectuales.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/10/opinion/o-01901.htm
Por: Mónica Hirst
Fuente: PROFESORA DE POLITICA INTERNACIONAL, UNIVERSIDAD DI TELLA
La crisis generada a partir del ataque colombiano al campamento de las FARC, violando la soberanía territorial de Ecuador, otorga una nueva densidad a la agenda de seguridad sudamericana.
La reducción de la tensión lograda en el ámbito de la OEA alivia el clima político, pero no reduce el número de desafíos que deben ser enfrentados. Entre el gran número de aspectos —todos interconectados— que hay sobre la mesa, cuatro cuestiones merecen ser destacadas.
La primera se refiere a la utilización sin precedentes del método de acción justificado por la política estratégica de Estados Unidos, de acuerdo con el cual fines y medios no se diferencian en nombre de la prevención. Colombia es responsable por su introducción en la región, que por fortuna y virtud está excluida de las zonas en el mundo minadas por el terrorismo internacional.
Vale subrayar que este acto tiene una coherencia. Se trata de una consecuencia lógica de la simbiosis estratégica establecida entre Bogotá y Washington, inaugurada con el Plan Colombia y consagrada con la identificación de la narcoguerrilla colombiana como un blanco de la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo.
La decisión que deben tomar los demás países latinoamericanos —y especialmente los de Sudamérica— es de qué forma rechazar la instalación de este método en nuestra región. La vociferada reafirmación del principio de no-intervención puede ser acompañada de dos alternativas. Por un lado, por una reacción defensiva que conduzca al encapsulamiento de la nación colombiana y de sus opciones militar-estratégicas. Por otro lado, por un esfuerzo efectivo de regionalización que implique la coordinación de políticas y la neutralización del efecto derrame de la securitización practicada por el gobierno de Uribe.
El segundo tema que inspira preocupación —y que, de cierta forma, es la contracara del anterior— es el entrecruzamiento que rápidamente se observó entre las tensiones Ecuador-Colombia y la confrontación retórica Caracas-Washington. La integridad territorial y las disputas ideológicas pertenecen a universos distintos, más aún a partir del fin de la Guerra Fría. La intromisión venezolana en el incidente se tornó un factor de escalada con riesgos para toda la región.
También en este caso la contaminación debe ser evitada con esfuerzos contundentes, especialmente por los países para los cuales los lazos con Estados Unidos representan un espacio de negociaciones e intereses concretos que requieren ser conducidos con dosis máximos de pragmatismo y mínimos de pasión.
Una postura equilibrada se torna aún más necesaria cuando se aborda la tercera cuestión: la posición a ser adoptada frente a las fuerzas insurgentes colombianas. Negarse a identificar a las mismas como una expresión de terrorismo internacional no es equivalente a reconocerlas como actores beligerantes que deben ser integrados a un proceso de pacificación. Este asunto adquirió especial visibilidad desde diciembre del año pasado, a partir de la instrumentación política por parte de las FARC y del gobierno venezolano de las iniciativas de intercambio humanitario.
Para el conjunto de países sudamericanos cuyos procesos democráticos fueron recuperados a partir del rechazo al terror, los métodos de acción política deben estar basados en el más absoluto respeto a la integridad humana. Un proceso de negociación de paz —que para algunos significaría una reedición de la experiencia de Contadora— debería implicar una renuncia previa a todo tipo de práctica que ponga en riesgo este compromiso.
El cuarto punto de este complejo rompecabezas es el vínculo de las fuerzas insurgentes colombianas con el delito organizado. Esto es precisamente el mayor obstáculo contra el cual se enfrenta un proyecto de pacificación. Los contenidos de los procesos de paz y conflicto en América latina han sufrido profundas transformaciones en años recientes.
La dimensión de la seguridad pública en la agenda regional, con impacto sobre las políticas externas y de defensa, pone en evidencia que los tiempos de Contadora ya no volverán. Con el fin de la Guerra Fría, la insurgencia fue transfigurada y el Estado de Derecho se tornó en el único territorio legítimo para promover el cambio social. Esta constatación implica especial responsabilidad de los países de la región que disponen de sistemas democráticos con instituciones capaces de diferenciar entre los métodos e instrumentos que garantizan la seguridad pública de aquellos que protegen de las amenazas externas.
Al mismo tiempo que el contenido de la agenda se modificó, también se alteró la composición de los actores. La diplomacia representa apenas una de tantas dimensiones presentes en este escenario, que además carece de un locus institucional adecuado. Actualmente, un proceso de negociación regional que involucra la violación de la integridad territorial, movimientos transfronterizos de fuerzas insurgentes, rivalidades interestatales y negociaciones bi, tri y multilaterales comprende coordinar intereses, percepciones y presiones de un vasto abanico de actores entre los cuales se destacan mandatarios, ministros de Relaciones Exteriores, Defensa e Interior, partidos políticos, organizaciones sociales y sectores intelectuales.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/10/opinion/o-01901.htm
terça-feira, 18 de março de 2008
La peculiar adaptación asiática de Brasil
En 2007, Brasil habrá renovado su posición como la décima economía del mundo, apenas detrás de España y Canadá y, todavía, por delante de Rusia, Corea del Sur e India. El mismo ranking calculando el PIB por la paridad del poder adquisitivo (PPA) sitúa a Brasil como la octava economía apenas detrás de Italia y por delante de España y Canadá. Es la primera economía de América Latina y su PIB representa al menos un tercio del PIB de la región. ¿Cómo ha llegado Brasil a ser una economía tan destacada? ¿Cabe suponer que por ser además un país de dimensión continental ha establecido una amplia red de relaciones económicas con los países de América Latina a excepción de México?
La implantación del proceso de industrialización tardía, en los años cincuenta, y la expansión industrial de los años sesenta y setenta, hasta 1974, contribuyó a que la economía brasileña lograse un largo periodo de alto crecimiento con tasas chinas de un promedio del 7,8% anual. El crecimiento, durante este largo periodo se orientó hacia el mercado interno. Brasil se convirtió en una potencia industrial intermedia en el mundo, pero con una economía poco abierta al exterior. Entre 1974 y 1982 el proceso de industrialización se amplió a otros bienes intermedios y a bienes de capital aprovechando el ciclo de crédito internacional de ese periodo. El PIB promedio del país registró tasas anuales del 5,3% pero, como señalaron los profesores Lessa y Tavares, las fragilidades institucionales internas y el endeudamiento externo dieron al traste con el sueño de establecer un proyecto nacional de desarrollo autónomo.
En esta larga etapa, la reducida apertura externa determinó un bajo perfil en las relaciones económicas con los países latinoamericanos. Era un claro reflejo de que la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones adoptada por los países de la región tenía un marcado carácter nacional que desestimaba la importancia de la integración de mercados (a pesar de la existencia de acuerdos formales como ALALC, MCCE y el Pacto Andino). La drástica desaparición de la liquidez internacional, tras la crisis de la deuda externa, obligó al país a la adopción de políticas de ajuste que permitiesen la obtención de jugosos superávit comerciales con los que cumplir con los bancos acreedores. La crisis financiera y el ajuste debilitaron al Estado, y entró en un proceso de alta inestabilidad económica y política que imposibilitó la reorientación del proyecto nacional de desarrollo y su articulación con esquemas regionales de integración. Aun así y a pesar de la falta de complementariedad productiva y comercial, los presidentes de Argentina y Brasil -Alfonsín y Sarney- lanzaron el Mercosur en los turbulentos finales años ochenta, un esquema que, contra viento y marea, sigue dando sus frutos hasta hoy.
En los primeros años noventa la globalización financiera incorporó a sus circuitos a las economías en desarrollo más destacadas presentadas bajo la nueva etiqueta de economías emergentes. La economía brasileña atravesaba por muy malos momentos, amenazada por la hiperinflación, pero, aun así, recibió significativas entradas de capitales. Los nuevos capitales contribuyeron a la recuperación y a la estabilización promovida con el Plan Real, pero enseguida apreciaron los tipos de cambio provocando crecientes déficit comerciales y de cuenta corriente, y colocando a la economía en una situación de fuerte dependencia de la financiación internacional. La globalización financiera no proporcionaba recursos para el desarrollo, sino que promovía en las economías emergentes una inserción externa de carácter financiero, que en la práctica determinaba la contracción del aparato productivo y una significativa fragilidad externa. En los países emergentes la fragilidad externa era la antesala de la crisis, y así se puso de relieve con las crisis de México (1994), los países asiáticos (1997/98), Rusia (1998) y, tras la drástica retirada de los capitales internacionales, de casi todos los países de América Latina entre 1998 y 2002. En Brasil la crisis se manifestó en enero de 1999, apenas iniciado el segundo mandato de F. H. Cardoso.
Durante los dos mandatos de Cardoso, Brasil siguió la doble estrategia de global trader y mayor integración con los países de América Latina. La estrategia dio sus frutos en ambos ámbitos. Con los países de América Latina se intensificaron, significativamente, las relaciones comerciales con Mercosur y también con el resto de los países de la región. Al finalizar la presidencia de Cardoso en 2002, el comercio con el área ya representaba el 18,5% de sus exportaciones y el 16,5% de sus importaciones. La creciente interrelación con los países latinoamericanos era de carácter comercial, aún era muy escasa la presencia de inversiones directas cruzadas. La intensificación de las relaciones era significativa y adquiría mayor relevancia a tenor del doble impacto negativo de la crisis financiera y de la desaceleración internacional que colocaron a muchos países de la región casi al borde de la insolvencia.
Cuando Lula tomó posesión en enero de 2003, apostó por una prudente ortodoxia para retirar al país de la insolvencia mediante una política fiscal austera -con el objetivo de superávit primarios que redujesen la relación deuda pública / PIB- y una política monetaria de metas de inflación. En su primer mandato esta estrategia de virtud contó con la fortuna de la expansión de la economía internacional que tiró de las exportaciones brasileñas, sobre todo a China y otros países asiáticos, con precios al alza. El tipo de cambio del real, depreciado por la crisis, contribuyó a la expansión de las exportaciones de manufacturas, y el país volvió a una senda de crecimiento liderada por las exportaciones con significativos superávit comerciales y de cuenta corriente. Al mismo tiempo, Brasil recuperó la capacidad de atracción de inversiones directas de empresas extranjeras hasta el punto de situarse en segunda posición del grupo de países emergentes sólo detrás de China.
Se originó, así, un cambio significativo en la inserción de Brasil en la economía internacional: la inserción financiera fue reemplazada por una inserción comercial similar a la seguida por las economías asiáticas, fortalecida con la entrada de inversiones directas. Con esta nueva inserción, las exportaciones pasaron de 57.000 millones de dólares en 2002 a 161.000 millones en 2007, casi el triple en cinco años; y el país ha obtenido elevados superávit comerciales y de cuenta corriente que, junto a las entradas de inversiones directas, le han permitido reducir pasivos externos y acumular un espectacular nivel de reservas: 182.000 millones de dólares a finales de 2007.
En el segundo mandato, iniciado hace un año, Lula ha cambiado el rumbo hacia una prudente ortodoxia compatible con el relanzamiento del desarrollo. Es decir, estabilidad con fuerte impulso de la inversión en sectores industriales intensivos en capital y en infraestructuras (con el PAC) con el dinamismo necesario tanto para un crecimiento sostenible como para el fortalecimiento de la capacidad exportadora y la sustitución de importaciones al estilo de las economías asiáticas -como señalan los profesores Coutinho y Belluzzo-, y atendiendo a la reducción de la pobreza y la mejora en la distribución de la renta. Esta estrategia permitiría alcanzar tasas de crecimiento superiores al 5% como en 2007 y contaría con el importante refuerzo externo de que el país ha alcanzado la autosuficiencia energética tras el hallazgo de los campos de Tupi.
En estos últimos cinco años se han intensificado las relaciones económicas entre Brasil y los países de América Latina y el Caribe. Sus mercados absorben el 26% de las exportaciones brasileñas y proveen del 18% de las importaciones, y además son el destino del 17,5% de las inversiones directas de las empresas de Brasil y el origen del 3% de las inversiones directas recibidas. Brasil parece apostar por intensificar la integración con los países de la región mediante un esquema de geometría variable que permita el desarrollo de la "fábrica América Latina" con alimentos, materias primas y energía, una adaptación particular de la "fábrica Asia". En esta línea se inscriben tanto los proyectos de infraestructuras transoceánicas como la Integración de América del Sur y el relanzamiento de las relaciones con México, América Central y el Caribe.
Alfredo Arahuetes es profesor agregado de Economía Mundial, ICADE-Universidad Pontificia Comillas e investigador del Real Instituto Elcano.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/peculiar/adaptacion/asiatica/Brasil/elpepiopi/20080318elpepiopi_12/Tes
La implantación del proceso de industrialización tardía, en los años cincuenta, y la expansión industrial de los años sesenta y setenta, hasta 1974, contribuyó a que la economía brasileña lograse un largo periodo de alto crecimiento con tasas chinas de un promedio del 7,8% anual. El crecimiento, durante este largo periodo se orientó hacia el mercado interno. Brasil se convirtió en una potencia industrial intermedia en el mundo, pero con una economía poco abierta al exterior. Entre 1974 y 1982 el proceso de industrialización se amplió a otros bienes intermedios y a bienes de capital aprovechando el ciclo de crédito internacional de ese periodo. El PIB promedio del país registró tasas anuales del 5,3% pero, como señalaron los profesores Lessa y Tavares, las fragilidades institucionales internas y el endeudamiento externo dieron al traste con el sueño de establecer un proyecto nacional de desarrollo autónomo.
En esta larga etapa, la reducida apertura externa determinó un bajo perfil en las relaciones económicas con los países latinoamericanos. Era un claro reflejo de que la estrategia de industrialización por sustitución de importaciones adoptada por los países de la región tenía un marcado carácter nacional que desestimaba la importancia de la integración de mercados (a pesar de la existencia de acuerdos formales como ALALC, MCCE y el Pacto Andino). La drástica desaparición de la liquidez internacional, tras la crisis de la deuda externa, obligó al país a la adopción de políticas de ajuste que permitiesen la obtención de jugosos superávit comerciales con los que cumplir con los bancos acreedores. La crisis financiera y el ajuste debilitaron al Estado, y entró en un proceso de alta inestabilidad económica y política que imposibilitó la reorientación del proyecto nacional de desarrollo y su articulación con esquemas regionales de integración. Aun así y a pesar de la falta de complementariedad productiva y comercial, los presidentes de Argentina y Brasil -Alfonsín y Sarney- lanzaron el Mercosur en los turbulentos finales años ochenta, un esquema que, contra viento y marea, sigue dando sus frutos hasta hoy.
En los primeros años noventa la globalización financiera incorporó a sus circuitos a las economías en desarrollo más destacadas presentadas bajo la nueva etiqueta de economías emergentes. La economía brasileña atravesaba por muy malos momentos, amenazada por la hiperinflación, pero, aun así, recibió significativas entradas de capitales. Los nuevos capitales contribuyeron a la recuperación y a la estabilización promovida con el Plan Real, pero enseguida apreciaron los tipos de cambio provocando crecientes déficit comerciales y de cuenta corriente, y colocando a la economía en una situación de fuerte dependencia de la financiación internacional. La globalización financiera no proporcionaba recursos para el desarrollo, sino que promovía en las economías emergentes una inserción externa de carácter financiero, que en la práctica determinaba la contracción del aparato productivo y una significativa fragilidad externa. En los países emergentes la fragilidad externa era la antesala de la crisis, y así se puso de relieve con las crisis de México (1994), los países asiáticos (1997/98), Rusia (1998) y, tras la drástica retirada de los capitales internacionales, de casi todos los países de América Latina entre 1998 y 2002. En Brasil la crisis se manifestó en enero de 1999, apenas iniciado el segundo mandato de F. H. Cardoso.
Durante los dos mandatos de Cardoso, Brasil siguió la doble estrategia de global trader y mayor integración con los países de América Latina. La estrategia dio sus frutos en ambos ámbitos. Con los países de América Latina se intensificaron, significativamente, las relaciones comerciales con Mercosur y también con el resto de los países de la región. Al finalizar la presidencia de Cardoso en 2002, el comercio con el área ya representaba el 18,5% de sus exportaciones y el 16,5% de sus importaciones. La creciente interrelación con los países latinoamericanos era de carácter comercial, aún era muy escasa la presencia de inversiones directas cruzadas. La intensificación de las relaciones era significativa y adquiría mayor relevancia a tenor del doble impacto negativo de la crisis financiera y de la desaceleración internacional que colocaron a muchos países de la región casi al borde de la insolvencia.
Cuando Lula tomó posesión en enero de 2003, apostó por una prudente ortodoxia para retirar al país de la insolvencia mediante una política fiscal austera -con el objetivo de superávit primarios que redujesen la relación deuda pública / PIB- y una política monetaria de metas de inflación. En su primer mandato esta estrategia de virtud contó con la fortuna de la expansión de la economía internacional que tiró de las exportaciones brasileñas, sobre todo a China y otros países asiáticos, con precios al alza. El tipo de cambio del real, depreciado por la crisis, contribuyó a la expansión de las exportaciones de manufacturas, y el país volvió a una senda de crecimiento liderada por las exportaciones con significativos superávit comerciales y de cuenta corriente. Al mismo tiempo, Brasil recuperó la capacidad de atracción de inversiones directas de empresas extranjeras hasta el punto de situarse en segunda posición del grupo de países emergentes sólo detrás de China.
Se originó, así, un cambio significativo en la inserción de Brasil en la economía internacional: la inserción financiera fue reemplazada por una inserción comercial similar a la seguida por las economías asiáticas, fortalecida con la entrada de inversiones directas. Con esta nueva inserción, las exportaciones pasaron de 57.000 millones de dólares en 2002 a 161.000 millones en 2007, casi el triple en cinco años; y el país ha obtenido elevados superávit comerciales y de cuenta corriente que, junto a las entradas de inversiones directas, le han permitido reducir pasivos externos y acumular un espectacular nivel de reservas: 182.000 millones de dólares a finales de 2007.
En el segundo mandato, iniciado hace un año, Lula ha cambiado el rumbo hacia una prudente ortodoxia compatible con el relanzamiento del desarrollo. Es decir, estabilidad con fuerte impulso de la inversión en sectores industriales intensivos en capital y en infraestructuras (con el PAC) con el dinamismo necesario tanto para un crecimiento sostenible como para el fortalecimiento de la capacidad exportadora y la sustitución de importaciones al estilo de las economías asiáticas -como señalan los profesores Coutinho y Belluzzo-, y atendiendo a la reducción de la pobreza y la mejora en la distribución de la renta. Esta estrategia permitiría alcanzar tasas de crecimiento superiores al 5% como en 2007 y contaría con el importante refuerzo externo de que el país ha alcanzado la autosuficiencia energética tras el hallazgo de los campos de Tupi.
En estos últimos cinco años se han intensificado las relaciones económicas entre Brasil y los países de América Latina y el Caribe. Sus mercados absorben el 26% de las exportaciones brasileñas y proveen del 18% de las importaciones, y además son el destino del 17,5% de las inversiones directas de las empresas de Brasil y el origen del 3% de las inversiones directas recibidas. Brasil parece apostar por intensificar la integración con los países de la región mediante un esquema de geometría variable que permita el desarrollo de la "fábrica América Latina" con alimentos, materias primas y energía, una adaptación particular de la "fábrica Asia". En esta línea se inscriben tanto los proyectos de infraestructuras transoceánicas como la Integración de América del Sur y el relanzamiento de las relaciones con México, América Central y el Caribe.
Alfredo Arahuetes es profesor agregado de Economía Mundial, ICADE-Universidad Pontificia Comillas e investigador del Real Instituto Elcano.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/peculiar/adaptacion/asiatica/Brasil/elpepiopi/20080318elpepiopi_12/Tes
segunda-feira, 17 de março de 2008
Para historiador, militância enfraqueceu os estudantes
Algumas perguntas não são tão importantes a ponto de fazer com que paremos de viver normalmente por elas... mas ainda sim demonstram problemas reais, minimizados ou n. O que acontece no movimento estudantil de hj? DCE, C.A.s, comites do diabo a quatro, nada parece representar de fato os estudantes, num momento em que a universidade conta com uma estrutura física incompleta, não há casa do estudante (só lembrada em época de eleição), o voto não é paritário, o regime é seriado (em detrimento do regime de créditos), o público não é para todos, etc... poderíamos colocar salários baixos que fazem com que os melhores professores, uma hora ou outra, acabem migrando para onde se paga mais.
Bom, essa falta de participação estudantil devido ao deslocamento de grande parte dos estudantes na agenda concernente de seus "líderes" fez com que eu postasse este texto, que se n prima pela profundidade ao menos aponta um caminho...
abraço, Deus no céu e Chico's Bar Editora e Confederadas acima.
MAURICIO PULS
da Folha de S.Paulo
Em 1968, o Brasil tinha quase 300 mil alunos no ensino superior, mas o movimento estudantil promovia manifestações do porte da passeata dos cem mil, no Rio. Em 2008 o país tem quase 5 milhões de universitários, mas os protestos de rua praticamente desapareceram. O que explica esse paradoxo?
Na opinião do historiador Renato Cancian, da UFSCar (Universidade Federal de São Carlos), o movimento estudantil sofreu uma inflexão nos anos 70, quando passou a ser liderado por militantes das organizações de esquerda que priorizavam as reivindicações políticas em detrimento das demandas educacionais. Essa subordinação à agenda política conduziu aos protestos de 1977 em defesa das liberdades democráticas, mas provocou um longo refluxo, que persiste até hoje, em razão do distanciamento da maioria dos alunos.
Autor de um livro sobre a "Comissão Justiça e Paz de São Paulo" (2005), Cancian começou a delinear sua tese de doutorado quando, ao estudar a invasão da PUC de São Paulo em 1977, notou um corte entre líderes e massa: "As lideranças do movimento estudantil tinham todas um vínculo político. Já quem apenas participava como massa estudantil não tinha nenhum vínculo".
Essa subordinação da militância estudantil à militância política teve conseqüências a longo prazo, que persistem: "Militar no movimento estudantil na condição de militante político tem um peso grande. O auge nos anos 70 foi dado por reivindicações políticas: as liberdades democráticas. Isso foi levado e conduzido por lideranças envolvidas politicamente. Fala-se muito que as organizações de esquerda cooptaram as lideranças. Não foi o que aconteceu: a biografia dos militantes estudantis indica que a militância política vem primeiro".
Nos anos 60, ao contrário, a politização do movimento não ocorreu desvinculada das reivindicações educacionais --em especial das críticas da UNE à reforma universitária prevista no acordo entre o MEC e a Usaid (United States Agency for International Development). "O que a gente percebe é uma dinâmica diferente. Na década de 60 o movimento começa com uma reivindicação educacional, que depois transborda para uma reforma universitária, que é uma grande questão e que mobiliza todos os estudantes. Aí você tem a radicalização. Na década de 70 ocorre totalmente diferente: o movimento já nasce com um eixo de uma reivindicação política: as liberdades democráticas".
Ocorre então uma subordinação completa da militância estudantil à militância política: "Na década de 60 isso não acontecia. Já na década de 70, as lideranças tachavam esse pessoal que se preocupava com questões educacionais de ignorantes políticos. O que acontece com o movimento estudantil hoje? O aparelhamento dessas organizações continuou. Aí o movimento perde importância relativa. Hoje as lideranças da UNE não sabem lidar com questões educacionais: estão tão voltadas para a política que esquecem delas".
"Essa partidarização continua até hoje. Só que isso tem uma conseqüência: você deixa o estudantado de lado e vai mobilizar de acordo com o interesse desses militantes políticos. Eles nem sabem o que está acontecendo com as universidades", explica Cancian.
Essa partidarização ainda pesa muito: "Quais são as propostas do movimento estudantil hoje? Às lideranças, perguntei qual era o objetivo de militar no movimento. A resposta de todas: ampliar influência, cooptar militantes e construir um partido, uma organização nacional. É certo que havia pessoas contrárias. Mas quem quisesse entrar precisava ter um posicionamento político".
Cancian ressalta que, sem essa militância, o movimento não teria alcançado a importância que teve: "Na década de 70 isso é claro: quem se envolvia eram justamente os militantes".
Essa subordinação do movimento estudantil à política: a mobilização nos anos 70 foi muito inferior à dos anos 60: "Em 1977, você tinha um milhão de estudantes, mas o movimento só conseguiu mobilizar, em maio, 50 mil. E depois nunca mais conseguiu mobilizar tan
Bom, essa falta de participação estudantil devido ao deslocamento de grande parte dos estudantes na agenda concernente de seus "líderes" fez com que eu postasse este texto, que se n prima pela profundidade ao menos aponta um caminho...
abraço, Deus no céu e Chico's Bar Editora e Confederadas acima.
MAURICIO PULS
da Folha de S.Paulo
Em 1968, o Brasil tinha quase 300 mil alunos no ensino superior, mas o movimento estudantil promovia manifestações do porte da passeata dos cem mil, no Rio. Em 2008 o país tem quase 5 milhões de universitários, mas os protestos de rua praticamente desapareceram. O que explica esse paradoxo?
Na opinião do historiador Renato Cancian, da UFSCar (Universidade Federal de São Carlos), o movimento estudantil sofreu uma inflexão nos anos 70, quando passou a ser liderado por militantes das organizações de esquerda que priorizavam as reivindicações políticas em detrimento das demandas educacionais. Essa subordinação à agenda política conduziu aos protestos de 1977 em defesa das liberdades democráticas, mas provocou um longo refluxo, que persiste até hoje, em razão do distanciamento da maioria dos alunos.
Autor de um livro sobre a "Comissão Justiça e Paz de São Paulo" (2005), Cancian começou a delinear sua tese de doutorado quando, ao estudar a invasão da PUC de São Paulo em 1977, notou um corte entre líderes e massa: "As lideranças do movimento estudantil tinham todas um vínculo político. Já quem apenas participava como massa estudantil não tinha nenhum vínculo".
Essa subordinação da militância estudantil à militância política teve conseqüências a longo prazo, que persistem: "Militar no movimento estudantil na condição de militante político tem um peso grande. O auge nos anos 70 foi dado por reivindicações políticas: as liberdades democráticas. Isso foi levado e conduzido por lideranças envolvidas politicamente. Fala-se muito que as organizações de esquerda cooptaram as lideranças. Não foi o que aconteceu: a biografia dos militantes estudantis indica que a militância política vem primeiro".
Nos anos 60, ao contrário, a politização do movimento não ocorreu desvinculada das reivindicações educacionais --em especial das críticas da UNE à reforma universitária prevista no acordo entre o MEC e a Usaid (United States Agency for International Development). "O que a gente percebe é uma dinâmica diferente. Na década de 60 o movimento começa com uma reivindicação educacional, que depois transborda para uma reforma universitária, que é uma grande questão e que mobiliza todos os estudantes. Aí você tem a radicalização. Na década de 70 ocorre totalmente diferente: o movimento já nasce com um eixo de uma reivindicação política: as liberdades democráticas".
Ocorre então uma subordinação completa da militância estudantil à militância política: "Na década de 60 isso não acontecia. Já na década de 70, as lideranças tachavam esse pessoal que se preocupava com questões educacionais de ignorantes políticos. O que acontece com o movimento estudantil hoje? O aparelhamento dessas organizações continuou. Aí o movimento perde importância relativa. Hoje as lideranças da UNE não sabem lidar com questões educacionais: estão tão voltadas para a política que esquecem delas".
"Essa partidarização continua até hoje. Só que isso tem uma conseqüência: você deixa o estudantado de lado e vai mobilizar de acordo com o interesse desses militantes políticos. Eles nem sabem o que está acontecendo com as universidades", explica Cancian.
Essa partidarização ainda pesa muito: "Quais são as propostas do movimento estudantil hoje? Às lideranças, perguntei qual era o objetivo de militar no movimento. A resposta de todas: ampliar influência, cooptar militantes e construir um partido, uma organização nacional. É certo que havia pessoas contrárias. Mas quem quisesse entrar precisava ter um posicionamento político".
Cancian ressalta que, sem essa militância, o movimento não teria alcançado a importância que teve: "Na década de 70 isso é claro: quem se envolvia eram justamente os militantes".
Essa subordinação do movimento estudantil à política: a mobilização nos anos 70 foi muito inferior à dos anos 60: "Em 1977, você tinha um milhão de estudantes, mas o movimento só conseguiu mobilizar, em maio, 50 mil. E depois nunca mais conseguiu mobilizar tan
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