El paso de Condolezza Rice por Brasil, donde permaneció hasta ayer por la mañana, puso en evidencia cuánto divergen el gobierno de Lula da Silva y el de George W. Bush respecto de América del Sur. La secretaria de Estado llegó a Brasilia para conseguir un respaldo a la posición de Estados Unidos en el reciente conflicto diplomático: defendió la tesis preventiva usada por Colombia frente a Ecuador en relación al combate al terrorismo, al convalidar que esa lucha "va más allá de las fronteras". También reiteró su "preocupación" por Venezuela. Pero en su entrevista con Lula, en el Palacio del Planalto, se fue con las manos vacías. Obtuvo un "no".
El jefe de Estado brasileño planteó que las crisis diplomáticas sudamericanas deben ser resueltas en la región e indicó que él está empeñado en crear un foro o un Consejo de Defensa permanente para resolver esos diferendos. Señaló incluso que para Brasil ese ámbito local será más eficiente que la Organización de Estados Americanos; exactamente lo contrario de lo que opina el gobierno de Bush.
Rice, que pasó la noche del jueves más relajada en Salvador (capital de Bahía) adonde llegó a bailar con Gilberto Gil, explicó al canciller Celso Amorim las pretensiones del gobierno norteamericano. Brasil, le dijo, debería empujar un sistema de seguridad regional que cuide de todas las fronteras, pero con la participación de Estados Unidos. Eso era exactamente lo que ni Amorim ni Lula deseaban escuchar. Pese a las "óptimas" relaciones que ambos países declaran tener, y la manifiesta amigabilidad entre ellos, el canciller brasileño no dejó de remarcar que existen diferencias y que su país no tiene inconvenientes en "dejarlas en claro".
Amorim volvió a subrayar ante la secretaria de Estado que Brasil no va a clasificar a las FARC como organización terrorista. Esa decisión se basa en las "orientaciones" de las Naciones Unidas, que no incluyen a la fuerza guerrillera colombiana bajo esa definición.
La presión estadounidense sobre el gobierno brasileño se entiende a la luz de la próxima reunión de cancilleres de la OEA en Washington, el próximo lunes. En esa cita se presentará el informe final de la organización sobre el ataque de Colombia a Ecuador. No deja de ser llamativo, sin embargo, cierto grado de "sordera" estadounidense frente a las posturas brasileñas. Sobre todo, en relación al pedido de adhesión a la tesis preventiva en el combate al terrorismo. En Brasilia, Condoleezza insistió: "Los gobiernos tienen la obligación de asegurar que se haga todo lo posible para evitar que los terroristas usen su territorio. Ese problema ya fue puesto sobre la mesa en la ONU". Volvió a relativizar el papel de las fronteras al considerar que si bien "son importantes, éstas no pueden ser usadas como escondrijo para terroristas que luego matan civiles inocentes".
En una conferencia de prensa, ofrecida al lado del ministro Amorim en la tarde del jueves, Rice reforzó el papel de la OEA, donde Washington tiene voz y voto, como el mecanismo mediador ideal. Fue entonces que dejó entrever que Estados Unidos irá a plantear en ese foro la necesidad de "examinar cómo se puede garantizar la seguridad en todas las fronteras. Y Estados Unidas van a ser socios de esa iniciativa".
En paralelo a esta divergencia, la secretaria de Estado no dio la conformidad estadounidense a una eventual participación de Brasil en un Consejo de Seguridad de las Naciones Unidos que eventualmente pueda ser reformado. Respaldó la idea de la reformulación de ese organismo de 5 países con poder de veto, pero señaló que hasta ahora Estados Unidos sólo dio su aval para la entrada de Japón. Todo terminó con una declaración de Rice sobre el papel de "liderazgo" regional de Brasil y el dijo que Estados Unidos continúa "abierto" a la discusión.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/15/elmundo/i-04301.htm
quarta-feira, 19 de março de 2008
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