Pocos meses antes de pasar a desempeñarse como secretario de Asuntos Políticos en la gestión de José Miguel Insulza como secretario general de la Organización de Estados Americanos, el ex canciller argentino Dante Caputo definió al organismo regional como "un hospital equipado con los elementos más modernos y eficientes para manejar cualquier tipo de crisis de salud pero al que ningún paciente quiere concurrir". Fue una buena metáfora de un foro internacional en el que América latina no puede gestionar sus problemas porque la presencia en el mismo de EE.UU. ha tenido en toda su historia una presencia distorsiva. Aunque su prehistoria se extiende hasta el siglo XX, la OEA -articulada a partir de 1948- es una criatura de la Guerra Fría que Washington sigue considerando como tal, esto es una herramienta para promover sus intereses en la región. No hay multilateralismo en la OEA, ya que 33 países miembros lidian uno a uno con el contrincante más grande y EE.UU. sólo modifica esta posición cuando necesita calmar algún viso de rebeldía regional. Desde el final de la Guerra Fría, en los 90, la OEA se ha sumido en una creciente e inevitable irrelevancia.
La presente reunión de consulta de cancilleres que se celebra en Washington para considerar el reciente conflicto fronterizo que involucró a Colombia, Ecuador y Venezuela aparece como un claro intento de la administración Insulza por devolverle al foro protagonismo político y ofrecer una muestra de que es un lugar apto para llevar las cuestiones de seguridad americana. Puede ser, pero ya hay indicios de que Washington está menos interesado en el problema que afectó a los tres países que en emplear la oportunidad para introducir en América latina algunos de los principios que George W. Bush ha llevado al resto del planeta bajo la excusa de su "guerra contra el terrorismo".
Su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, estuvo abogando por una "flexibilización" de la soberanía territorial de los Estados de la región cuando de combatir al terrorismo se trata. El derecho a la inviolabilidad de esa soberanía está firmemente consagrado en el artículo 21 de la Carta de la OEA y ha sido invariablemente sostenido en la región, aun cuando Washington hizo befa del principio con sus intervenciones. Parte de esta búsqueda será, sin duda, la defensa estadounidense del gobierno de Alvaro Uribe, responsable de una incursión militar que violó territorio de Ecuador. Hay mucho más en juego para América latina que las desavenencias ocasionales de tres de sus miembros; una grave hipoteca sobre su futuro es una posibilidad. Algunas versiones hablan del interés de países como Brasil y la Argentina por integrar un nuevo foro de seguridad regional excluyendo a EE.UU. Si la OEA no sortea los riesgos potenciales de esta reunión de consulta es muy probable que profundice su rol de moderno hospital sin pacientes.
http://www.clarin.com/diario/2008/03/18/elmundo/i-02103.htm
quarta-feira, 19 de março de 2008
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